Tribuna Libre: Mujer, emprendimiento y empresa en el final de la crisis

Natividad Pérez Salazar, presidenta de la Asociación de Empresarias de Cantabria

 En un época de crisis como la que hemos padecido, muchas mujeres han tomado conciencia de la situación y han emprendido algún tipo de actividad económica. El desarrollo de una actividad empresarial por cuenta propia resulta una atractiva opción profesional para muchas personas.

 El emprendimiento es, efectivamente, una gran esperanza y favorecerlo una evidente necesidad en un país que tiene como problema fundamental y prioritario el desempleo. Precisamente, salir del desempleo es uno de los motivos que impulsan a crear una empresa. Desde esa perspectiva, aplaudimos cuantas medidas se adopten para favorecerlo. Tal y como reconoce la reciente Ley de apoyo a los emprendedores y su internacionalización (Ley14/2013, de 21 de septiembre), es fundamental inculcar, fomentar y potenciar en los estudiantes la cultura emprendedora y la iniciativa empresarial, no sólo como forma de autoempleo (las empresarias saben de esto, pues muchas iniciaron sus negocios como una forma de autoempleo) sino como proyecto de vida profesional. Pero aun siendo esta una idea esencial, constituye una idea a futuro, pues se trata de un objetivo a incluir en los planes de estudio.

 Existe cada vez más la tendencia a que las empresarias establezcan sus propias asociaciones y proporcionen asesoramiento a otras recientemente establecidas. Según los expertos, la etapa más crítica de un negocio se sitúa entre los tres y los cinco primeros años. Cuando se crea una empresa se demanda, fundamentalmente, asesoramiento sobre ayudas financieras, trámites de apertura, información sobre mercados, etc.; pero, hasta lograr un elevado nivel de correspondencia entre lo planificado y lo conseguido, desarrollar la actividad empresarial en condiciones adecuadas de rentabilidad, consiguiendo un beneficio, es una ardua labor cuyos frutos son tardíos.

 Decíamos que fomentar el espíritu emprendedor en las mujeres es un objetivo importante. Pero resulta igualmente necesario y aún más urgente apoyar a la empresa ya consolidada liderada por mujeres, aquélla que ha sabido superar con éxito “el plazo de la subvención” y que lucha todos los días por mantenerse a flote, por no perder negocio y por buscarlo incluso más allá de nuestras fronteras. En este sentido, creemos justo reivindicar más medidas de apoyo a la empresaria en el ámbito tributario, con el fin de contribuir a la recuperación de la economía y reactivar la actividad empresarial. Si ahora los datos constatan que España tiene un tejido empresarial de micropymes -hecho diferencial de las empresarias- la Administración debiera aceptar esta realidad y dar un tratamiento más favorable a las minisociedades desde el punto de vista fiscal o comercial.

 Pero el mantenimiento de una empresa en época de crisis necesita más que ayudas fiscales: Necesita apoyo financiero. Para una empresa es vital tener acceso al crédito y, es ahí donde el Gobierno ha de volcar su apoyo, sin necesidad de desembolsar nada, simplemente adelgazando su estructura. No se trata de recortar derechos sociales pero sí de abaratar la gestión de la administración pública y aquilatar su coste a las actuales circunstancias tal y como viene haciendo el sector privado desde el inicio de la crisis. El Gobierno, efectivamente, ha de diseñar políticas que favorezcan la inversión privada, pero mientras siga acaparando la inversión bancaria a través de la deuda pública -evidentemente más segura y rentable a corto plazo que el más rentable de los proyectos empresariales- las empresas tendrán que seguir manteniendo el equilibrio en esta cuerda floja de la crisis.

 Dicho esto y aunque parezca una contradicción, empresariado y crisis es un binomio compatible. De las crisis surgen interesantes oportunidades y el resultado ante las dificultades suele ser mejor cuando hablamos de empresarias, por nuestro innato optimismo y empuje y capacidad de organización, sacrificio y sufrimiento. Las claves de nuestro éxito son la perseverancia, la motivación,  la formación y, sin lugar a dudas, nuestra decidida apuesta por la internalización.

 Las empresarias somos las que hemos soportado con optimismo nuestras empresas ante la crisis. Seguimos manteniendo responsabilidades en el mundo de los negocios con innovación, imaginación y creatividad. Sólo el 18% de las bajas registradas en el Régimen de Autónomos de Cantabria durante el primer semestre del último año corresponde a mujeres. De cada tres empresas creadas en España en el último año, una lo ha sido por iniciativa de una mujer. El 20% de los puestos de administración en las empresas que conforman el tejido empresarial de Cantabria están ocupados por mujeres. Las empresarias seguimos aportando al PIB cántabro lo mismo que cuando la situación era favorable.

 Pero todo apunta ya a que estamos en el comienzo del final de esta durísima crisis que no sólo ha sido económica, sino también social. De hecho, la crisis ha removido los valores tradicionales de nuestra sociedad, hasta el punto de que ya no nos planteamos las diferencias entre hombre y mujer. La necesidad de aunar el esfuerzo y el talento de todos -hombres y mujeres- para salir de esta situación, es obvia. La mujer, por tanto, ha pasado a ser agente activo de la sociedad y como tal debe ser tenida en cuenta en todas sus instituciones.

 Las empresarias somos ya una fuerza en expansión imposible de parar. Y promover, apoyar, potenciar y valorar a las empresarias de Cantabria es el principal objetivo de nuestra organización, nacida hace 28 años, formada por 192 socias y que aporta casi 1.000 puestos de trabajo, contribuyendo de manera notable a la creación de empleo y al crecimiento económico de Cantabria.

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